martes, 23 de febrero de 2010

Folgore.

Bueno, de nuevo escribiendo. ¡Pero esta vez no es una razón de porqué no comienzo con lo de Icusagora! ¡Esta vez tengo cinco parrafillos para que leáis!
Aunque he de reconocer que no se trata de Icusagora, del cuál no sabéis todavía nada, sino de Folgore, un superhéroe. Se trata de un género en el que no me había metido nunca, sobre todo por que está tan estrechamente ligado al mundillo de los cómics, que no me imaginaba una historia de supers sin dibujos. Pero esta noche me he decidido, porque realmente me apetecía contar una historia de este tipo, y si tengo que dibujarla yo ando bastante jodido. Demasiado exigente soy, como para meter mis cuatro palos y un chupachup. En fin, a ver que os parece.




"Hace un día estupendo”. Aldo hacía footing como todas las mañanas por las calles de Lugano, disfrutando del aire fresco y del radiante sol que le bronceaba a mediados de abril. “Un día inmejorable. Si.” Llevaba puesto un reproductor de Mp3, con el que no escuchaba nada más allá de su música. No había escuchado el primer estallido. Ni tampoco el segundo, pero sí que lo sintió, aunque no le dio importancia. Sin embargo tampoco dio mucha importancia a la gente que salía de la calle a la que se dirigía. Estaba ensimismado por la sensación que provocaba el elevado volumen en sus sienes. “Qué día tan precioso”.

Aldo murió en el acto. Un coche salió despedido hacia la esquina de la calle en el momento que él aparecía por ella. Fue arrollado, y se necesitó de un análisis dental (que fue largo y difícil a causa del destrozo) para poder averiguar su identidad, ya que se había dejado la cartera en casa. Algunas personas no tendrían tanta suerte, por que tardaron más en morir, entre gritos de agonía y sangre derramada, o porque sencillamente no quedó suficiente para identificar. Algo descomunal había provocado un gran destrozo al vecindario, hasta el punto que un edificio se derrumbó, atrapando en el alud a varios inocentes. Una cámara retransmitía desde el aire la catástrofe, sin perder detalle, enviando por microondas la señal hasta la central de televisión, dónde se afanaban en colocarla como noticia de urgencia. Pero él no necesitaba de la caja tonta para enterarse. Ya había captado la señal que salía del helicóptero. Y se dirigía hacia allí. Maldiciendo por no poder ser más rápido que el sonido.

Desde luego aquello sonó como un trueno. Algo oscuro con una traza amarilla golpeó la mole de pasada, desequilibrándola. El enorme e hinchado monstruo trataba de localizar a su atacante, pero sus abultados ojos no le permitían enfocar bien. Aunque no lo habrían visto, por que ascendía de nuevo, para permitir un nuevo ataque. Se maldecía por no poder disparar y terminar con el asunto, pero se consoló esperando que fuera suficiente. En el aire giró sobre sus talones y calculó la trayectoria. El monstruo estaba en mitad de la calle, aún tratando de encontrarlo, sin éxito, y desde donde se encontraba, si ejercía suficiente fuerza podría expulsarlo al lago de una sola embestida. Apenas habían 300 metros hasta el mar, pero si se esforzaba, podría dejarlo tan adentro que acabaría ahogándose por su propia masa de músculos abotargados. Aceleró, picando hasta encontrarse paralelo al suelo; apenas a unos pies de alto, recorriendo los 100 metros de calle que le separaban de su objetivo. No lograría alcanzar toda la velocidad posible, pero sería suficiente. Cuándo se encontraron ambos contendientes, el engendro se encontraba en un cruce, deteniendo y golpeando coches, a punto de asesinar de nuevo. No le dio tiempo.

Un estallido de sonido invadió el aire, y los testigos más adelante, juraron ante las cámaras que habían visto que el espacio justo delante del misterioso atacante se había deformado hasta golpearlo, haciéndolo volar. Realmente, además del tremendo impacto, la extraña figura lo impulsaba hacia atrás, haciéndolo subir, en dirección al gran lago, hasta que cuándo apenas se distinguían sus siluetas, pudieron ver a la más grande de las dos caer desde gran altura. Un geiser marcó el lugar donde había caído la criatura, de donde nunca volvió a aparecer.

-Folgore ha sido visto de nuevo en nuestra bella ciudad, al enfrentarse al atacante desconocido que se ha llevado la vida de dieciocho personas esta mañana- La periodista señalaba el edificio en ruinas, cuyos cascotes parecían haber sido apartados con enorme cuidado y apilados alrededor. -La devastación provocada por el extraño ser, fue cortada de raíz en directo ante nuestras cámaras en el aire, como pudieron observar el el diario de la mañana. Después de lanzarlo a las profundidades del lago, volvió para ayudar a los supervivientes, retirando escombros, y apoyando a las víctimas...
La televisión se apagó. Klaus Glucciani revisaba disgustado las notas que llevaba en la mano. Vestía con batín verde y unas zapatillas, y con la mano izquierda abandonaba el mando a distancia para coger una taza de humeante chocolate.

-Uhm... Hay que mejorar.-


No hay comentarios:

Publicar un comentario