martes, 1 de junio de 2010

Icusagora Riel. El principio (VI).

 No os esperábais una actualización tan pronto verdad? MUEAJAJAJAJA.

Bueno, esto se debe a un par de cosas principalmente. Estoy contento porque la semana comienza bien y porque comienzo a perder algunos de esos molestos kilitos (que en mi caso son kilotones por la cantidad de material que defeco) y estuve ayer sorprendentemente ágil.

También es porque tardé un poco en sacar la nueva de Icusagora, así que me puse un poco las pilas. Espero que la de Folgore esté esta semana (a finales claro).


Algo estalló en la espalda de la sierpe, ardiendo con furiosas llamas amarillas. Gritando de dolor y rabia, el monstruo se retorció en un vano intento de quitarse la sustancia que la abrasaba. Pero estaba a punto de recibir alguna más. Icusagora, acababa de aparecer en la ventana por la que había entrado en la casa, lleno de cortes y golpes. A pesar de que no se había visto desde la calle, la habitación era la vivienda de una doncella de razonable cuna, que estaba siendo limpiada en ese momento por el servicio. Los sirvientes, ajenos como todos los sirvientes a la explicación de que una serpiente gigantesca con alas y ferocidad extrema lo había estrellado contra la ricamente elaborada cristalera, atacaron al intruso y posible raptor de su señora con verdadera saña. Hasta que éste, completamente contrariado por lo absurdo y escocido además de por los golpes, por los cortecitos que ya comenzaba a notar, desenvainó la espada rugiendo casi por encima del propio ruido de la batalla que se libraba en el exterior, haciendo que sus agresores corrieran despavoridos. Al asomarse pudo comprobar que la silenciosa mujer que había venido buscando a su protector muerto peleaba con verdadero arrojo contra la bestia. No esperó a que ella perdiera puntos en el combate; sino que con su  mano siniestra cogió una de las botellas que llevaba en la faltriquera acolchada y la lanzó en el momento que la abominación se estiraba para lanzar un mortal ataque. Y ya sacaba otra nueva para atacar otra vez. Lo hizo y pudo escuchar los berridos de dolor. Comprobó rápidamente su equipo para verificar que estuviera todo bien enganchado y saltó espada en mano a la calle. Rodó con arte y rodeó hasta encontrar a Careila, que lo miraba agradecida. Inclinó ella un poco la cabeza, gesto correspondido por el héroe. Ambos se posicionaron. Ella estaba a la derecha, con el mandoble en posición de guardia alta. A la izquierda Icusagora tenía la espada preparada. Inició el movimiento para coger la botella, pero la sierpe ya lo había advertido e identificado. Lanzó un postrer ataque, pero apenas lo comenzó quedó clavada en el sitio. Careila había lanzado el mandoble usando la inercia de dos giros sobre sí misma para hacerlo y lo había hecho con una extraordinaria precisión, porque acertó en el mismo ojo, atravesando la cabeza y matándola en el instante.
Icusagora se dejó caer de rodillas con un quejido. La mujer lo sostuvo de los hombros con fuerza.
-Ay...- Intentó hacer un chiste, pero no pudo. -Esa ijaputa me ha destrozado entero. Por los dioses, que alguien calle las campanas de mi cabeza.-

El máster ya se había despedido de dos de sus jugadores, que tenían prisa por llegar a una cena. Quedó sólo su fiel veterano, el que le había aguantado todas las campañas. Y que recientemente había perdido a su personaje, teniendo que hacerse uno nuevo.
-¿Qué te parecen los nuevos?- Estaba recogiendo los dados en bolsas individuales, dividiéndolos por colores. -Son relativamente novatillos, pero le ponen empeño.-
-Tío, la pava bien, porque si bien no habla mucho, hace cosas decentes...- El máster iba a decir algo, pero alzó la mano para que le dejara terminar. - ...pero el otro es un poco cobardica.-
-Bueno, ella estuvo jugando ya un poco y ha leído bastante sobre el tema de la interpretación.- Se bebió la Conga-Cola que tenía en el vaso de un trago para aclararse la garganta. -Por cosas que no tienes porqué saber, ella ha decidido que su personaje no habla. Así que si lo hace lo menos posible en la mesa de juego, logra extrapolar la idea y nos metemos un poco más.-
-Ha sido bestial cuándo ha declarado que lanzaba su mandoble. Y mejor cuándo sacaba el criticazo.-
-Sí, me ha hecho sentir como con los de “Alianza por Mandrak”...- Jugueteó con el cordón de la sudadera de calaveras que llevaba. -En fin, el otro dice que rolea, pero cree que lo que tiene que hacer es mantener a su personaje vivo y ganará. He visto personajes cobardes, pero puedo decir sin traicionar su confianza en mí, que no decía nada de eso en la descripción.-
-“Alianza por Mandrak” estuvo muy bien. Hasta que dejó de estarlo. Y el nuevo... En fin, ya veremos. ¿Dos semanas?-
-Dos semanas.-

3 comentarios:

  1. Aunque por supuesto se entiende el sentido, no logro encontrarle coherencia a esta frase: "No había esperado a que ella perdiera puntos en el combate; sino con su siniestra cogió una de las botellas que llevaba..."
    Y lo de los kilotones no era necesario, mamoncete.
    - ¿Dos semanas?
    - Dos semanas.

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  2. Bien, ahora después de comer lo cambiaré. Gracias por indicármelo, porque si es por mí...

    Los kilotones molan.

    Dos semanas? Bueno, es que todas las semanas es un poco excesivo y un mes es demasiado espaciado.

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  3. Estoy de acuerdo. Para mí dos semanas es el período ideal entre partidas (y por eso así lo hacemos nosotros): como Narrador, tengo tiempo para descansar durante una semana entera, y luego preparar la siguiente partida; y pienso que los jugadores pueden usar el fin de semana de en medio para otros hobbies menos interesantes, manteniendo el interés de todos al no haber períodos demasiado largos de descanso.
    Pero lo que quería resaltar en el comentario anterior era lo evocadora que es esa despedida. Mucho mejor que con la descripción inicial ("su fiel veterano, el que le había aguantado todas las campañas") ese simple método de decir 'hasta la próxima partida, como siempre, dentro de dos semanas' hace que entiendas la unión, casi empática, a la que han llegado los dos personajes.
    ¿Dos semanas? Para nosotros ya sólo 11 días.

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