domingo, 31 de octubre de 2010

Icusagora Riel. El Beaufighter y el Golfo Ranac. (I)

Nueva entrega de Icusagora y primera del nuevo capítulo, que como indica, describirá las andanzas del barco y sus pasajeros a lo largo de su viaje hasta Mirina. Espero que os guste.
En otro orden de cosas, siento no haber actualizado, pero la verdad es que llevo una temporada bastante mala y no tengo muchas ganas de escribir. Me ha costado horrores terminar esta parte, así como echar a andar el nuevo capítulo de Folgore. Espero que la dinámica que llevo cambie, para poder escribir un poco más a menudo o al menos en mayor cantidad.
Por cierto, el nombre de la nave, se lo he puesto en honor de un gran avión, el Bristol Beaufighter, un cacharro estupendo allá a donde vaya.
Un saludito a mis seguidores!




El Beaufighter y el Golfo Ranac.




La goleta surcaba el agua con ligereza rumbo norte, siguiendo la línea de la costa. Su construcción había sido llevada a cabo por la compañía de un artesano y probablemente fuera su mejor trabajo. La madera, cuidadosamente seleccionada de los árboles del bosque de Loman, era ligera y muy resistente al tiempo, permitiendo que la embarcación se moviera suavemente y pudiera desplegar más velamen del habitual. Su capitán estaba orgulloso. Sobre todo porque no le había costado ni un real kuludano, sino una afortunada mano de cartas. Como en las grandes historias de contrabandistas, princesas y granjeros.
El capitán del Beaufighter miraba con orgullo a sus marineros. Estaba acodado en la batayola de estribor, con una sonrisa. Le gustaba la mar y haber conseguido semejante barco para sus necesidades “especiales” le venía muy bien. A su lado, Icusagora y Plétoq hablaban con tranquilidad. En los últimos meses la actividad pirata había arreciado, pero la nave llevaba el viento por la amura de babor y ya iba a una velocidad envidiable para la mayoría de bajeles de su clase.
-Pues cuándo lleguemos al cabo Cuñas se maravillarán de veras. -Dijo Ismiz.- Allí soplan los Diagonales, que son unos vientos que permiten llegar hasta la costa noroeste de Kalldan muy fácilmente.
-Por lo que les he oído a uno de tus hombres, vamos a atracar antes en un pueblecito costero.
-Si, si claro. Hemos de repostar agua y algunos víveres
-Se deja la pólvora y municiones.
-Ese maldito Kovac no es capaz de cerrar la maldita bocaza. -Se lamentó y sacudió la cabeza. -El día menos pensado me meterá en un lío de narices.
-Hombre, capitán. Nosotros lo comprendemos. Esos 24 cañones no se disparan con aire y mucha ilusión.
-La verdad es que los impuestos nuevos son una canallada. Y lo peor es que casi todos se han puesto de acuerdo para gravarlo de alguna forma.
-Doy fe.
-En fin, hacedme el favor y guardadme el secreto. Al menos mejor que el maldito contador.

En los camarotes reinaba una paz a medias. Hoplas dormía la mona profundamente, bastante perjudicado por la borrachera del día anterior. Careila callaba mientras Espinoso conversaba con ella. Era un poco extraño, porque a pesar del silencio de la joven, parecían entenderse perfectamente. Espinoso interpretaba todos sus movimientos corporales con facilidad y ella casi siempre entendía lo que él quería decir.
-No deberíamos estar aquí. No, no pongas esa cara. El maestro dejó muy claro que debíamos aprender con Vercel, el hombre en quien confiaba. Pero está muerto y deberíamos haber vuelto inmediatamente.
Silenciosa, negó con la cabeza y se levantó, estirándose completamente ante su compañero. Le posó suavemente la mano en el hombro y volvió a negar.
-Careila, no puedo volver solo. Y hemos de volver...
La mirada de la joven era clara. Tanto como un día soleado. No volverían.
-Debes estar loca para pensar que podemos aprender algo de... éste.

-¡Cabo Cuñas a la vista! -El vigía señalaba hacia proa.
-Perfecto, estaremos allí dentro de tres horas si se mantiene este viento. No deberíamos tener problema. -Frotó la borda con la mano -Toco madera, pero estoy seguro de estos vientos.
-Bien, a ver si yo puedo reponer también algo de munición.
A Icusagora no le desagradaba en absoluto la idea de retrasar un poco el viaje. Si había algo que le encantaba de viajar, era el viaje en sí, más que llegar al destino, dónde probablemente hubiera algún combate, o mausoleo encantado. Además, al precio que iba últimamente la pólvora, poder comprarla de forma asequible le venía muy bien. No es que tuviera falta de dinero, porque la muerte de Vercel le había dejado un buen pellizco y además, todos los objetos que no fuera a usar ya, los había podido colocar con bastante habilidad.
Vercel. No podía decir que consideraba a Vercel como un padre. Más bien había sido un amigo, un amigo que le daba varazos cuándo efectuaba mal algún movimiento o cuándo le replicaba, pero amigo al fin y al cabo. Y aunque su muerte había sido imprevista y de sopetón, se consolaba pensando que se había ido al otro lado como más le gustaba.
Estuvo pensando largo rato en lo que haría una vez en Mirina. La vida de aventuras siempre era estimulante, pero cada vez se recurría más al ejercito. Y no era para menos, porque las amenazas cada vez se organizaban más. O eran más grandes. Y además, después de cada trabajo, aunque solía disponer de mucho dinero, también tenía heridas, enfermedades y afecciones, algunas de ellas terribles, que prácticamente dilapidaban la pequeña fortuna en forma de ungüentos y cuidados. Pensó que era hora de dejar de ir a las casa de furcias. Se gastaban una fortuna y viendo cómo había acabado su mentor, tal vez fuera hora de asentar la cabeza...
-No nos precipitemos. -Dijo en voz alta, sin darse cuenta.
-¿Uhm? -Plétoq se giró hacia él. -¿Precipitarnos? ¿Precipitarnos en qué?
-Nada nada, cosas mías.

-¡Capitán! ¡Señor! -El vigía le gritaba a pleno pulmón desde la cofa mayor, mientras miraba en dirección al cabo. -¡Capitán, vela a la vista! ¡No, dos velas a la vista señor!
-Demonios, espero que no sea una redada por parte de la marina.
-¡Señor, son snekkar!
-Mierda. Piratas.

1 comentario:

  1. Es muy normal que te haya costado más de lo habitual volver a postear debido al curro. Es lo que tienen los trabajos físicaente duros, que luego llegas a casa y no sabes ni pensar.
    Me alegro de que hayas podido al menos escribir un poco. De trecho en trecho, haremos el camino.
    Tú piensa que aquí tienes a unas pocas personas esperando saber cómo se las van a apañar con lo piratas, cómo es la costa de Kalldan, y sobre todo, qué aventuras o desventuras correrán estos tíos.
    PS: Para meter el dedito como siempre... Aunque 'asentar', en su primera acepción, es sinónimo e 'sentar', 'asentar la cabeza' chirría un poco.

    ResponderEliminar