lunes, 11 de julio de 2011

Ira. Prólogo.

 Una primera entrega algo corta. pero sentida. Se trata de algo que llevo rumiando un tiempo. Siempre me ha gustado el rollo del Oeste, las pendencias y su violencia. Así que voy a plasmar un poco de eso a partir de ahora. Disfrutad!



 

El tren avanzaba veloz atravesando el espeso polvo, rodeado por el desesperante calor del desierto. Un valle extenso que sólo se rompía por aisladas rocas  y la  visión de unas lejanas montañas. El infierno del exterior, no tenía nada que envidiar de lo que ocurría en la locomotora, un moderno aparato capaz de cruzar aquello a una velocidad asombrosa. Los fogoneros descansaban, resoplando a causa del calor de la caldera, que ardía intensamente gracias a su trabajo, que no era poco en aquellas condiciones.
En los vagones, los pasajeros trataban de relajarse y de protegerse de la asfixiante temperatura. En primera clase, unos perezosos ventiladores ayudaban a las bebidas frías que servían los ajetreados camareros, mientras que en los otros vagones, el más afortunado disponía de un abanico chino. El resto se apañaban como podían, en su viaje al Oeste. El Oeste, del que todos habían conocido sus historias y todos sabían de los riesgos. Pero nadie se imaginaba que les fuera a pasar a ellos.

Ocho jinetes esperaban tras una de las rocas del valle. De variopinta vestimenta y mala catadura, portaban armas como para montar un ejército y algunas de ellas salían de allí, con la guerra tan cerca. Los comandaba un hombre, de aspecto siniestro y terrible, que hacía llamarse Ira. A pesar del asfixiante calor que hasta a los caballos hacía resoplar, vestía muy cubierto y de negro, tocada su cabeza por el sombrero de amplia y recta ala.
– Muy bien muchachos. – Su voz, como una cuchilla de afeitar que pasara por el cuello de sus seguidores, se hizo oír por encima del estruendoso silencio del desierto. – En unos minutos pasará por aquí. Ya sabéis que hacer.
Los hombres sonrieron, malévolos. Ira, les mostró la sonrisa de una serpiente y se volvió al escuchar el distante y monótono sonido de la locomotora acercándose.
– Ya casi tenemos nuestros sueldos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario