miércoles, 21 de septiembre de 2011

La última batalla (VII).

 Dentro de un rato, colgaré la primera entrevista de la Senda del Interrogador. De momento, os dejo con la siguiente entrega de la Última Batalla. Cortita, pues corta será la espera.



 

El acorazado comenzó con la maniobra para sacarlo de la zona con cautela, esquivando los pedazos de los dos satélites. Vilem en el puente daba las instrucciones con cuidado a los controladores de los repulsares. A pesar de todo, en un par de puntos chocaron restos, aunque los daños se minimizaron gracias a los proyectores de rayos tractores, que empujaban los cascotes todo lo lejos que podían. Cuándo salieron del campo de restos, felicitó a los operadores de los repulsores y a los de los rayos tractores.
– Thomas, suba al puente y tome el mando. – Sonrió al imaginar la alegría del joven que estaba en el alcázar, como siempre. – Flangaa se encargará de la maniobra de entrada en atmósfera.
– Si señor, voy ya mismo. – Contestó, con el timbre de voz un poco desbocado.
– ¿Hangar? – Esperó hasta que el jefe de hangar le respondió, alto y claro. – Bien, colóquenla en la bahía 6, ahora va la tripulación.
Miró hacia el oficial de comunicaciones, que estaba ajetreado llamando a todos los que se necesitarían. Los infantes de marina ya corrían a las cápsulas designadas y a las cañoneras de desembarco, así como las dotaciones de cazas, ya estaban desde la mañana en los hangares, para salir al primer aviso. El Implacable bullía de excitación y preparativos antes de entrar en atmósfera. Los técnicos revisaban los paneles temporales que cubrían la mutilada proa, de la que faltaba gran parte y los ingenieros se aseguraban de que no hubiera falta de energía en ninguno de los sistemas.

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