lunes, 12 de diciembre de 2011

Un autor agredido.

Aviso que es un pelín largo. Ésto se me ha ocurrido después de una pesadilla, y de paso, ya que estaba, he rizado el rizo un poco más allá de lo soñado. Además, propongo un pequeño ejercicio, que en general será muy sencillito. Si alguien me contesta a todas las preguntas que voy a poner ahora, tendrá en su poder una versión reducida del premio del concurso que estoy montando para el segundo aniversario de éste humilde blog. Vamos, que escribiré algo que me pida el ganador (o ganadores), ya sea relatillo, historia pequeñaja o concepto de personaje.

En fin, sin más murgas, os pongo los enlaces pertinentes y el mini relato:


Soy un crack, publico sin poner las preguntas ni leches:

¿De qué relato proviene Bill Red?
¿Qué nombre falso usa en su propio relato el primer personaje que sale de la pantalla?
¿Quién es el psicópata que va disparando con una ametralladora?
¿Qué dos modelos de revólver lleva Ira en las manos?
¿De quién es hijo Icusagora Riel?






Guillermo escribía frenético, asqueado de su propia fanfarronería. Había prometido
acabar la primera parte de las memorias de su personaje de cierto juego online y
pasadas las ochenta páginas aún calculaba mínimo otras cuarenta para finalizarlo.
Además, tenía otros proyectos entre manos con fecha y lo de las entrevistas se había
visto detenido por varias razones, además de su propia pereza.
- Nada, es inútil. - Dió un sorbo de su refresco y se pasó la mano por la cara. - Esto es
mierda, ni de coña lo publico.
Se quedó quieto, detenido ante la clara pantalla. Eructó y volvió a poner las
manos sobre el teclado. Abrió el guión que tenía entre manos y trató de continuar con
él. Gruñó y pasó a otros proyectos. Volvió por fin a su fan fic de Star Wars Galaxies,
decidio a publicar aunque fuera un triste párrafo.
- Esto lo publico hoy de la forma que sea. - Miró fijamente la pantallo durante unos
instantes. - ¿Pero qué coño?
Recibió el impacto en la cara, que lo lanzó de espaldas al suelo. Se llevó la mano a la
nariz, que le dolía soberanamente y sangraba, aunque no la notaba rota. De la
pantalla, una forma humanoide hecha de letras se materializaba físicamente, hasta
quedar formada como un hombre corpulento, de pelo corto y bien parecido, a pesar
de las cicatrices. Llevaba puesta una especie de armadura verde de aspecto futurista,
que reconoció al instante. Era Vilem, su alter ego en el juego. Bueno, uno de los
Vilems.
- Carajo. - Se giró hacia el autor, que se incorporaba para preguntar algo. - Por fin nos
vemos, capullo.
- ¿Eh? Que? - Dijo, con la agilidad mental que le caracterizaba. - ¿Cómo?
- ¡Es hora de que escribas mamón!
Lo agarró del hombro y fue a sacudirle un puñetazo en el estómago, algo le dió un
golpe desde detrás. Un horrible rostro desfigurado por una tremenda cicatriz le guiñó
el ojo, antes de apuntar con el fusil con bayoneta en dirección al mercenario galáctico.
- ¿Pero no ves que si lo desgracias, nos jodes a todos? - Preguntó, con cierta guasa,
Bill Red, nombre puesto en un alarde de originalidad. - Que mis aventuras están por
llegar y quiero que sean de calidad.
- ¡Eso intento capullo! ¡Intimidarlo para que continúe!
- Creo, que eso me puede salir mejor a mí, florecilla. - Una voz, como un chuchillo vino
desde el lugar dónde estaba la pantalla.
El recién llegado tenía una sonrisa peligrosa en la cara, dos revólveres en las manos y
un sombrero negro lleno de polvo. Ira apuntó con calma.
- Bueno hijo, creo que es hora de que dejes el arma en el suelo. - Escupió, con
desprecio. - O si no, voy a reventarte esa cara de memo que tienes.
Algo explotó detrás de él, destrozando la mesa y las ventanas, de las que llegaba el
ruido de sirenas.
- ¡Nosotros estábamos antes que todos vosotros! ¡Exigimos ser los primeros! -
Folgore e Icusagora habían aparecido, con ganas de camorra, al parecer. - No tenéis
más derecho que nosotros.
- Técnicamente, yo llegué antes, que lo sepáis. - Terció el que primero llegara. -
Comenzó mis aventuras más de un año antes de idear las vuestras.
- Parece, muchachos, que hemos llegado a un punto muerto. - Bill bajó el rifle,
mientras ayudaba a Guillermo a incorporarse. - ¿Si nos calmamos no será mejor?
- ¿Eh? ¿Cómo? - Seguía teniendo poca agilidad mental. Pero llegó a fijarse en la forma
que se materializaba ahora detrás del superhéroe y el aventurero. Y en el arma que
llevaba. - Oh, mierda. ¡Es él!
Echó a correr en dirección a la puerta, buscando la protección del pasillo. El resto, al
echar la mirada hacia atrás, lo imitaron, con más o menos calma. Folgore abrió un
camino por la pared, ignorando la de explicaciones que tendría que dar su autor.
La figura, vestida de negro y armada con una ametralladora de sección, disparó una
ráfaga con su munición combinada. Algunas balas atravesaron la pared y otras
arrancaron yeso y ladrillo con facilidad, mientras el psicópata aquél reía.
- ¡Eso es putas! ¡Escondéos! - Volvió a disparar, regocijándose en los gritos del
pasillo. - ¡Quiero comerme vuestro miedo!
De pronto, dejó de disparar. Un sonido líquido, como el de el agua al atravesar un
paso estrecho, les llegó. Al mirar en el interior del salón, había una figura detrás del
asesino. Éste había dejado caer el arma, mirando incrédulo la espada iridiscente que le
sobresalía del esternón, de la que salía el vapor al hervir su sangre. La extrajo sin
muchos miramientos, e ignoró el cuerpo que caía y se deshacía, para desaparecer sin
dejar ni rastro. Era un hombre de corta talla, con el pelo descolorido y un mostacho
muy claro sobre la curtida cara. Que era idéntica a la del primer personaje que había
aparecido, aunque más desmejorada por la edad. Llevaba un hoplón y una espada
larga, que videntemente era algo más que un arma de mano, además de ropa basta y
sencilla, que combinaba con una capa sorprendentemente elegante para el conjunto.
Desentonando más todavía, pudieron ver un laúd ricamente adornado en madera
rojiza, colgando de su cadera.
- Creo, niños, que ya es hora de marchar. - Envainó la espada y les señaló la pantalla.
Ninguno se atrevió a replicarle. - No debiérais haber venido mendrugos. Ésto podría
costarnos a todos la existencia.
Guillermo se acercó. Le sacaba media cabeza de altura, pero estaba claro que el
espadachín era más fuerte, ágil y capaz que él. Tenía un lío de emociones entre
felicidad por haberse salvado, temor por lo que acaba de pasar o dicha por conocer en
persona a su más grande personaje.
- Yo, eh. Gracias.
Vïlem von Länderer lo miró con sus fríos ojos grises, como estudiándolo. Parecía
preguntarse muchas cosas.
- Muy bien, no necesitáis darlas, sire. Pero ya que aquí me hallo... - Lo agarró de
improviso del cuello con la enguantada mano y con una fuerza que no es de este
mundo, lo levantó. - Maese, mucho debéis escribir, más os conmino a echarle un
vistazo a cierta historia que debéis preparar en breve.
Lo soltó, al ver que se ahogaba. Cayó aquél de rodillas, agarrándose esta vez el
cuello, luchando por respirar.
- ¡Pero ah! Si además pudiérais trabajar un poco en mi propia historia, me sentiría muy,
pero que muy complacido. - Le miró de nuevo, sin agacharse, con la espalda muy
recta y la mano apoyada en la espada. - O si no, podría volver para convenceros.
Dicho esto, desapareció. Y Guillermo, sin saber muy bien qué hacer, se quedó allí, en
medio del desastre general, escuchando cómo derribaban la puerta de la casa para
entrar.

2 comentarios:

  1. Juas, juas, juas. Me encanta, llorando casi.
    Y que Vilem (MI Vilem, claro) los ponga en vereda a pesar de la superioridad armamentística, como si fuera el papá que termina con los juegos de los críos, me ha tocado el alma.
    Ahora, en serio. ¿Dónde está mi historia? Que tenemos un tomo por terminar, hombre.
    Juas, juas. Mendrugos, les dice. Juas.

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  2. Muchas gracias colega. La verdad es que no estaba seguro de qué efecto causaría. Me alegra ver que es llanto, de risa, claro.
    Efectivamente que ha de ser Vïlem. ¿Quién si no? Tal vez el conocido como Reissig podría, pero empalidece ante el original. Y recuerda que el buen beodo entre ellos tiene superioridad armamentística. Siempre.
    Sobre la historia... Viendo lo que acabo de escribir, no te puede imaginar acaso lo mucho que me cuesta alimentar a 3 escuadrones de caballería, limpiar a sus caballos y darles cobijo?

    Si señor, ya me pongo con ello, sire.

    Menos mal que en blogspot apenas me leen, que si no sabrían ya la respuesta de un par de preguntas.

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