viernes, 8 de junio de 2012

Algunas neuras y consejos para vuestras tramas.

Dado que sigo en esta racha de poco curro, voy a hablaros de algo que se me ha venido a la cabeza releyendo algunos cómics. Señalo que es una opinión, pero que bien podrían tomarse como consejos a la hora de diseñar un personaje.

Es algo que me pasa especialmente con los mangas y muchos videojuegos y es que los personajes no cambian de ropa nada más que al cambiar de temporada o título. Entiendo que en ciertas tramas, puede ser complicado (por ejemplo si se trata de un mundo post-apocalíptico o algo que sugiera que no hay civilización), pero en general, eliminan parte de la empatía con los personajes, pues cambiar de ropa es algo tan cotidiano que creo que es muy necesario a la hora de diseñar una historia.
No es necesario que sea un vestuario sesudo, o que vaya a la moda. Conque cuadre con los gustos y el estilo de personaje, basta (otra cosa es que el personaje siempre vista igual por alguna razón, pero no se puede usar con todos o casi todos los personajes de una historia).
Y no hablo ya de obras amateur, sino de cómics e historias profesionales, en las que el autor sólo dedica su imaginación a tejer la historia, olvidando detalles tan cotidianos como es la higiene personal y la necesidad de cambiar de ropa. Además, esta falta de "trabajo" también suele afectar a detalles del mundo o la realidad en la que la trama se desarrolla, así que va creando lo que necesita según lo necesita, consiguiendo que los lectores tengamos una sensación de irrealidad. Por ejemplo, un autor de cómic podría presentarnos una historia de acción, en las que los personajes siempre van con la misma ropa (con algunas variaciones en caso de cambio de temporada o viaje a zonas frías o más calurosas), no parecen tener en muchos casos aficiones más allá de pegar guantazos y que puede pasar de acción cuerpo a cuerpo con armas medievales a disponer de elementos actuales o futuristas que no se habían intuído hasta el momento en el que aparecen.

La cercanía con un personaje, nuestra empatía con ellos no suelen venir tanto de historias desgarradoras, o de intentos de acercar el género al drama, tanto cómo de mostrar a dicho personaje viviendo el día a día. No quiero decir con eso que tengas que mostrar lo que hace todos los días en todo momento, pero el cambio de vestuario, conocer sus aficiones (pero dentro de la propia historia, nada de hacer un número o un anexo a parte), en fin, ver que son humanos (cuándo lo son o queremos que tengan un comportamiento humano).

Una forma de acercar al lector a tu prota, es que tenga alguna pequeña manía o vicio. Nada exagerado, que no eclipse en ningún momento lo que sucede. Podría ser que le gusta liarse el tabaco, que al cargar un arma lo haga siempre con el arma contraria, por ejemplo. Además, si cada día (entendiendo que son días normales y que tiene acceso a su ropa) cambia de vestuario, siguiendo su estilo, pero que sea distinto. Es posible que reutilice prendas, o que siempre lleve unas gafas de pera, o algo similar.
Alguno me dirá, que eso puede provocar que no se reconozca al personaje. Es posible, ciertamente. Si no lleva siempre el mismo aspecto un lector podría tener dificultad a reconocerlo.
Yo creo sin embargo, que no es tanto culpa del lector cómo del autor. Si les has acostumbrado a que siempre va igual, un cambio radical los va a desorientar y si además es diario, es el acabose. Pero como autor (aquí, como estoy hablando de cómics, se entiende que es principalmente cosa del que dibuja (si es un equipo, claro), pero un guionista también tiene algo de culpa), me preocuparía que mis lectores no reconocieran al protagonista. Tal vez sea que su cara se parece demasiado a la de otros personajes. Tal vez sea que todas las caras son extremadamente parecidas entre ellas y que precisamente se diferencian por el peinado y el vestuario. En ese caso, tienes un problema.

No os voy a enseñar a dibujar, más que nada porque tengo muy, pero que muy claro que la mayoría de los que leeréis esto sabéis hacerlo mucho mejor que yo. Otro día, escribiré sobre porqué no todo el mundo sabe o puede dibujar.
Sin embargo, sí que os puedo decir que para hacer una cara distinguible de otras mil, hay cientos de combinaciones distintas. Frente, ojos, nariz, pómulos, labios, boca, mentón, cuello, orejas, cejas, barba y bigote, imperfecciones en la cara, cicatrices, la forma de la cara...

En fin, por aquí termino ya. No es que os haya descubierto el Nuevo Mundo, seguro, pero algo tendréis en lo que pensar mientras sigo escribiendo para la Senda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario