domingo, 26 de agosto de 2012

Duelo de Titanes (3. Final).

Trastabillaron ambos, tratando de no caer tras el tremendo mazazo doble. El Sith reaccionó antes y acosó al mercenario a golpes, que tan sólo pudo cubrirse ante el aluvión. La armadura evitaba perfectamente que sintiera ningún dolor, excepto cuando Vader se centraba en la cabeza. Después de unos cuántos, pudo devolverle un par y aquél sí parecía sentirlos, al menos en parte, así que arreció la tormenta de golpes que le mandaba desentendiéndose un poco de la defensa. El oscuro era capaz de devolverle los golpes que en la armadura apenas contaban, pero algo comenzaba a ir mal. Las alarmas de la nave señalaban la entrada en la atmósfera y la gravedad cambiaba, atrayéndoles más hacia abajo. Por las explosiones y aquél ominoso quejido que recorría el superdestructor, debía de estar pasándolo realmente mal.
–¡Vaya! –exclamó el mercenario, encantado por el cariz que tomaba la pelea–. ¡Parece que si no te mato yo, lo conseguirán otros! Al menos te he distraído lo suficiente como para que no puedas evitarlo.
Vader guardó silencio ante la bravata. Maldijo su manía de no llevar un comunicador para poder cantarle las cuarenta inmediatamente al almirante Jon y que cumpliera sus órdenes. Estaba en una mala posición, eso se lo reconocía a aquél intruso. Pero seguía siendo un Lord Oscuro y eso significaba mucho en aquella nave y en aquella galaxia. Se acercó rápidamente a Vílem y le propinó una patada en el pecho, derribándolo de espaldas sobre la tambaleante superficie. Saltó sobre él antes de que terminara de quejarse y comenzó a golpear rítmicamente con los puños en el casco, esperando noquearlo para tener algo a lo que interrogar después. Que la mala leche no se baja sola.

Los puños llovían implacables sobre su cabeza y no le gustó. El cuello le dolía, así como la cabeza. Los refuerzos estructurales de su cuerpo podían aguantar una gran paliza. Con la armadura, un linchamiento en toda regla y un accidente de deslizador a gran velocidad. Pero aquello eran puñetazos de cyborg, lanzados con rabia y la Fuerza como aliada. Iba a perder el conocimiento si no podía quitárselo de encima y por mucho que le golpeaba, Vader no se movía de su pecho y no daba muestras de querer parar el aluvión, así que necesitaba una distracción externa. Recordó todos los amigos que podrían echarle una mano, pero también recordó que algunos de ellos le buscaban para entregarlo a la justicia de la rebelión. Maldijo en voz alta. Dentro de él, una vocecita comenzaba a hacerse de nuevo fuerte. Una voz acallada hacía muchas semanas, tras intensivo entrenamiento. Ahora volvía para tratar de reclamar el cuerpo. Necesitaba una distracción o aquél cretino con casco de cacerola lo iba a despertar de nuevo.

Cómo si alguien de un plano de existencia superior hubiera escuchado sus ruegos, llegó la distracción, en forma de objeto afilado y enorme que acababa de penetrar la cobertura blindada, antes de ir a incrustarse en el motor más cercano a los principales. Con un espantoso ruido, arrancó la estructura entera, dejando al aire la temblorosa pasarela que estaba a punto de desmoronarse. Bajo ellos, la fragata de espolón se soltó con un violento movimiento, mientras su tripulación trataba de sacarla de la estela del superdestructor al que acababan de herir gravemente. Vílem la aprovechó y golpeó con fuerza a Vader en la máscara, consiguiendo quitárselo de encima. La pasarela se quejó definitivamente por el maltrato y se desplomó, quedando colgada de uno sólo de los cables de sujeción, que aguantó heróico. El sith se agarró al pasamanos, mientras que el mercenario, recomponiéndose aún de la paliza cayó varios metros antes de agarrarse a la capa del oscuro, que casi se suelta por el tirón. Todo aquello se balanceaba y estaba seguro de que si se libraba de la capa y del peso del enemigo podría alcanzar el lado de la pasarela que aún se mantenía firme. Por su parte, el mercenario trataba de trepar en un intento de caer con Vader y cumplir su venganza.
–Maldito seas, mercenario –rugió Vader, contrariado–. Mueres sin que pueda sonsacarte. Suerte para tí, supongo.
La capa se desenganchó con un ruido sordo. Vílem cayó fuera de la nave y entró en la atmósfera. A lo lejos, la fragata se había repuesto y mantenía al destructor bajo fuego. Mientras caía, observó cómo el sith se columpió hasta un lugar seguro, aunque por suerte para su plan, el superdestructor se precipitaba hacia la superficie del planeta asediado ardiendo y mutilado en varios puntos. Sonrió dentro del casco, antes de disfrutar del pandemónium. La batalla era un infierno de disparo de turbolásers, misiles surcando el cielo y las lanzaderas de desembarco cayendo. A su alrededor, cientos de naves atmosféricas y espaciales combatían a las fuerzas imperiales, que habían caído presas de su propia arrogancia.
Se calmó y se puso de frente a la superficie. El viento era lo peor de estar cayendo desde tanta altura, pues producía un ruido infernal al rozar algunas de las secciones de la armadura y le molestaba. Supuso que con un poco de suerte Vader no sobreviviría a aquello. No lo podía saberlo en ese momento, pero más adelante supo que se equivocaba. Esperaba también que el paracaídas integrado hiciera bien su trabajo. En esto, se medio equivocó, porque el paracaídas no se abrió en el momento adecuado y cayó con muy malas maneras, pero al menos, sobrevivió. Así que pensando que había terminado el tiempo de las venganzas, consideró que era hora de rehacer su vida en aquella galaxia y volver a desaparecer.



Y se acabó. Hasta aquí llega este furioso combate entre dos titanes galácticos. El mercenario Vílem, alias Reissig, alias Caldeon, alias "Aullador", cree haber conseguido su venganza, aunque todos sabemos que no es así.
Siento si de vez en cuándo pongo retazos de mi fanfic, pero me ayudan y mucho a continuarlo, precisamente por llegar a ciertas partes especialmente emocionantes de escribir y espero, de leer.


miércoles, 15 de agosto de 2012

Un problema de entendimiento.

Y he aquí un post de queja. O cómo prefiráis.

Hace ya tiempo que detecto una profusión en el uso de los emoticonos. No me quejo de que sea práctica nueva, que no lo es, qué os pensáis; sino de que se usa ahora mismo para casi cualquier conversación escrita.

Cada cuál que los use como prefiera, por supuesto, pero hay que tener en cuenta una cosa, y es que hay algunos carcas, como yo, que no tienen repajolera idea de lo que significan algunos. Y que cada vez, parece que hay más y se salen del clásico "puntos de cualquier tipo, barrita y un caracter para representar la boca". Aunque doy a entender que soy de agrio carácter con lo que estáis leyendo (bueno, un tanto seco sí soy), nada más lejos. Sencillamente, no dedico demasiado esfuerzo en aprender algo que no uso, excepto cuándo es indispensable (creo que una vez pregunté a alguien qué significaba lo de *_*, pues no lo entendí (pensé que representaban ojos hinchados por puñetazo, imaginad la maravilla)).
Tampoco, como algunos sé que pensáis, soy un anciano o un tipo conservador (una cosa no quita la otra, pero tampoco van necesariamente unidas), sino simplemente no me gusta hacer uso de dichos emoticonos, especialmente en post o escritos de esta clase (aunque algún :D cae y en el messenger gastaba emoticonos dibujados, de los que llegué a tener una gran colección y que en tiempos menos inspirados me hacían mucho papel).
Si comenzamos con según qué abreviaturas, que además provienen de vocablos en inglés, agárrate. Fuera del LOL no tengo ni puta idea qué coño significan abortos similares y maldita las ganas que tengo de ahondar en el tema. Además esto tiene se me hace cargante, porque en cualquier juego online me veo rodeado cuál tercio en Rocroi y cierro filas y se me acaban cruzando los cables. Respeto las ganas de usarlo, pero no me gusta, sencillamente, cuándo un "¡JAJAJAAJAJAJJAJA!" siempre va a tener más fuerza que un simple "LOL". Sí, es más corto, sí, es más útil. Pero esa risa descuidada, escrita en mayúsculas, con prisas... Indica una risa atroz, estruendosa como la de Jack Aubrey.

En fin, post de relleno mientras continúo escribiendo las siguientes entregas. Tengo unas ganas locas de que pase Septiembre (ya veréis porqué, aunque os aviso que tiene que ver con mi ritmo de trabajo para el blog y no, no es el calor).

martes, 14 de agosto de 2012

Duelo de Titanes (2).

¡Toñas y más toñas! Espero que lo disfrutéis. Estoy intentando describir un poco el entorno, como podréis observar. Espero que quede más claro.



Combatían sin hacer caso a los gritos asombrados de los técnicos. Algunos corrían, desalojando la pasarela colgante, que se conectaba con las paralelas con tramos perpendiculares. Bajo ellos, un pequeño vacío, el que dejaban las bahías de los motores auxiliares. Los sables entrechocaban rítmicos, esperando que el otro se apartara lo suficiente como para hendir carne o metal, pero los combatientes no dejaban de sentir el balanceo de la pasarela. Construida para permitir tan sólo el paso entre sectores de mantenimiento, cada vez se quejaba más ante el esfuerzo de ambos contendientes.
Vader luchaba con calma, defendiendo sin descomponerse en ningún momento, retrocediendo ante el embate de su rival, que era menos hábil, pero muy peligroso. Por la forma de moverse, no parecía estar tan acostumbrado como él a llevar la armadura siempre puesta, aunque no es que le restringiera demasiado el movimiento y si era una servoarmadura, se explicaba la extraordinaria fuerza con la que golpeaba. Lo que no le gustaba en absoluto era el desmedido balanceo de la pasarela, pues ya había dado de sí las uniones entre las perpendiculares. Ahora, una gran sección se movía de un lado a otro, fruto del peso y los movimientos de ambos.
Vílem reaccionó tarde. El desmedido traqueteo de la pasarela ya era patente, además de que hacía rato que notaba que se hundía bajo sus pies. Estaba ejerciendo demasiada presión. Los enganches no aguantarían en ese estado y mucho menos si seguía golpeando así el sable de su contendiente. Dejó de dar un golpe y respiró profundamente, esperando que el casco le proporcionara la medida justa de oxígeno. Podría acabar con todo aquello si jugaba bien sus cartas; aunque no le importaba morir en el intento, tampoco es que deseara únicamente la muerte, aunque no le quedara mucho por lo que vivir. Calculó bien lo que estaba a punto de hacer. Siempre había hecho caso a Jeriaebrek respecto a aquello, pero no tenía más opción. Y disponía del idiota en la manga.
–¡Creo que va siendo hora de poner fin a nuestra disputa, perro!
–Coincido completamente –exhaló Vader, entrecortada la frase por una respiración–, es hora de morir.
–¡Ciertamente!

Probó la flexibilidad de la pasarela sin disimulo, que se inclinaba como un trampolín. Tras tres impulsos, decidió jugársela. Saltó haciendo uso de toda su fuerza, descoyuntando el extremo de la pasarela, que cayó al vacío con gran estrépito. Aterrizó a varios metros detrás de Darth Vader, girándose inmediatamente con el sable encendido. Justo en ese momento, sonó una explosión amortiguada. Inmediatamente, el aire se llenó de sonidos similares.

–Maldito almirante apresurado... –dijo Vader, con resentimiento–. Es hora de que te mate, ha sido divertido.
–Oh, yo creo que no.
Hizo un movimiento y cortó varios cables de sujeción. Inmediatamente, la pasarela se estremeció.
–Maldito seas.
–Oh, calla, me sonrojas.
La plancha enrejada comenzó a desplomarse, justo cuando Vílem corría de espaldas, cortando cuántas sujeciones encontraba a su paso. El Sith no esperó y salió tras él, con un gruñido de furia. Antes de que pudiera seguir, le arrancó con la Fuerza el sable de las manos, antes de aplastarlo sin dejar de perseguirle con el suyo aún encendido. La pasarela entera estaba cayendo, sección tras sección tras ambos combatientes. El mercenario tropezó con una pieza suelta y cayó pesadamente sobre la estructura. Antes de darse la vuelta, Vader ya estaba encima de él, acosándole con el sable, pero le lanzó una patada que lo hizo encogerse de dolor. Aprovechó para tratar de arrebatarle el arma de las manos, pero el Sith adivinó su intención y le propinó un codazo que no dolió, pero que le hizo separarse de él. Volvió a abalanzarse y sólo consiguió que el sable se perdiera en la oscuridad más allá de la plancha, que no dejaba de ceder ante el maltrato.
Se miraron un segundo, antes de propinarse casi simultáneamente un puñetazo con toda la potencia que sacaron a sus respectivas prótesis.

domingo, 12 de agosto de 2012

Duelo de Titanes (1).

Sí, lo sé. De nuevo algo corto. De nuevo, Star Wars. Qué queréis que os diga; con el tema del Emancipador estoy algo galáctico. Lo curioso es que esta vez sí es mi protagonista, mi "Gary Stu" particular (aunque joven, ya no es). Sí, por nombre lleva el de mi apodo. Es el que suelo usar, qué queréis que haga.
Estuve pensando en este posible enfrentamiento con "Papi" Vader mucho tiempo. Pensando en todo lo que llevo pensado para mi personaje, sabiendo fechas, lugares y situaciones, llegué a la conclusión de que sería muy difícil que pudieran coincidir de nuevo (sí, coincidieron antes, pero apenas hubo pelea). Pero escribo esto porque me apetece, ya veis. Espero que disfrutéis de esta primera parte.





Vader no lo había sentido venir. Sabía que algo pasaba, pero en ningún momento habría pensado que otro usuario de la Fuerza lo acechaba. Sobre todo considerando que solía cazarlos. El recién llegado era alto y corpulento. El pelo castaño, corto, sugería una vida dedicada a la soldadesca. Debía rondar la treintena e iba blindado con una armadura verde oscura que parecía bastante pesada. El lord oscuro supuso que sería una servoarmadura. En su costado había un bláster enorme, de revólver y en sus manos, llevaba una ametralladora láser, la reglamentaria para las escuadras de soldados imperiales, ya fueran del Ejército, de infantes de marina o soldados de asalto.
–¿Mercenario? No creo que debiera estar aquí. –dijo el Sith, tanteando al recién llegado–. Vuelva a su sección si tiene una.
–No –espetó sin educación–. Estoy exactamente donde quiero estar.
La sala no medía demasiado y aunque la iluminación no era buena, dejaba entrever una puerta tras Vader. Él lo sabía y si se había metido en una emboscada quería estar seguro de no dejar rutas de escape a aquél necio.
–Ya veo –retiró un poco la capa, dejando ver el sable de luz. Sentía curiosidad y deseaba atraparlo vivo–. En ese caso, dime por qué has llegado hasta mí. Jedi.
La última palabra la dijo con asco. El otro había dejado ya su ametralladora apoyada contra una de las paredes, con gran calma. Mientras Vader había retrocedido otro paso y trataba de recordar al incauto, aunque no llegaba a situarlo, aunque estaba bastante seguro que lo conocía.
–Eres un jedi, o al menos te han instruido como tal –comentó, sin transmitir emociones a través de su máscara–. Pero debías de ser un...
La frase se quedó flotando en el aire. Ya comenzaba a recordar.

–Veo que te has quedado sin palabras –dijo el mercenario, al que en ciertos círculos conocían cómo Reissig y que tanto en espacio Imperial como en zonas rebeldes era perseguido–. No sé si has reconocido mi armadura, o es que me has reconocido a mí. En todo caso, la casualidad de encontrarnos aquí, traerá la muerte de uno de los dos.
De su cintura, había sacado un casco de diseño claramente imperial, aunque era más estilizado. La pintura verde estaba arañada en algunos puntos y tenía reflejos rojos y rastros negros.
–Tú eres uno de los críos del...
–Muy bien, ya me estás recordando –la voz sonaba ahora metálica, debajo del casco que se había puesto–. Porque al verte, al sentirte tan cerca, yo te he reconocido de inmediato.
–Sí, eso me parecía –Vader empuñó su arma, sin encenderla todavía–. Nunca supe qué había ocurrido con vosotros. Al menos ahora, puedo enmendar parte de mi fracaso. ¿Quién eres, el padawan llorón que no supo reaccionar? ¿O tal vez el que trataba de esconderse entre los asientos?
Se hizo de nuevo el silencio. La burla del Sith no pasó desapercibida para Reissig. El cierre se cerró y la armadura terminó de presurizarse.
–Búrlate cuanto gustes –dijo, sacando un pequeño cilindro negro y agarrándolo con fuerza–. Pero yo no estaba muerto de miedo, como tú. Veo debajo de esa armadura y aunque has cambiado, no me es difícil verte otra vez. Avanzando, a pesar del terror que sentías por lo que estaba ocurriendo, no dudabas en asesinar a los jedi que te criaron. En tu error asesinarías a cualquiera que te reconociera. Soy aquél niño que interpuso su arma a la tuya, que escapó con unos cuantos aprendices y al que tu Imperio no ha podido asesinar. Aquél niño se llamaba Vílem y ahora se llama Reissig. Ven por mí, Traidor.

Los sables sisearon. Vader sonreía bajo la máscara, divertido ante aquél que osaba enfrentársele en lo que más dominaba. Reissig sopesó sus posibilidades, sujetando firmemente el sable anaranjado en una posición de guardia. No era mal esgrimista, pero mejoraba y mucho con un segundo arma y tenía bastante menos instrucción formal que el Sith. Esperaba poder terminar con todo de un sólo golpe, que con su potencia, podría bien abatir su bloqueo. Si resultaba qu no bloqueaba, sino que esquivaba... Moriría.
Se decidió antes de que Vader pensara en serio comenzar él el singular combate. Avanzó decidido, situando el sable a la altura de su hombro derecho y golpeando con un poderoso revés, de izquierda a derecha, muy, muy rápido. El oscuro tuvo el tiempo justo de interponer el sable y pudo parar con gran esfuerzo el golpe, que fue demoledor y que a cualquier persona habría matado.
–Eres... Maldito seas... –maldijo el mercenario, contrariado–. Eres un puto cyborg.
–Veo, que no soy el único –respondió el Sith, calmado al afianzar su bloqueo y mantener el contacto entre ambos sables láser–, ¿por eso tanta seguridad?
–Hurm. Reconozco que no me lo esperaba –dijo, retirándose hacia atrás–. Voy a necesitar algo más, cabeza cubo.
Se palpó el cinto, para comprobar que lo llevara todo. Había calculado que algo podría salir mal pero que aún tendría oportunidad, así que se había preparado un poco el terreno.
–Entrégate ahora, asesino –ofreció Vader, apretando el puño frente a él, con el sable activado aún–. Todavía te es posible acogerte a la compasión imperial.
–Ya la conozco, gracias. – agarró la ametralladora y se la afianzó bien a los enganches–. Prefiero arriesgarme a matarte y ya veremos luego.
–Estás en un superdestructor –espetó, seguro de sí mismo–. No sé cómo habrás pasado la seguridad, pero te aseguro que no escaparás. Y ten claro que no puedes matarme.
–El cómo he pasado, es cosa mía, cómo todo –comentó, volviendo a presentar el sable para el combate–, pero te aseguro, que escaparé. Y tengo claro que puedo matarte.
Volvió a atacar. Otra vez el mismo ataque. De nuevo Vader bloqueó, justo antes de que aquél frenara ligeramente. Aquello dejó desprevenido al oscuro, que le dió tiempo a bloquear el ataque con cierta dificultad. Quedaron un segundo, mirándose a través de las lentes de sus cascos, antes de que el mercenario, dando un pequeño grito, levantara el cuerpo del señor oscuro y lo lanzara contra la puerta, que se abrió de golpe.
Llegaron a una sala cavernosa, con las siluetas de un par de los motores a ambos lados, a algunos metros. Se encontraban en una de las pasarelas auxiliares de la sala de motores de babor. Los técnicos se giraron alarmados al ver la escena, pero el intenso ruido lo llenaba todo. El casco del mercenario gritó levemente al pasar por el umbral. Su comandante llamaba a las tropas embarcadas para el próximo desembarco. Los mercenarios iban primero, pero Reissig apagó la señal.
–Estoy únicamente para tí. Hijoputa.

lunes, 6 de agosto de 2012

Un arma es una cosa peligrosa (especial).

67 años son muchos años para una persona. Aunque para la Historia, no son nada. Hace 67 años que Hiroshima desapareció, víctima del segundo artefacto nuclear en hacer explosión en el planeta. A día de hoy no vengo a dar números, ni realmente a hablaros del tremendo pelotazo que en la zona más cercana a su centro de explosión, se convirtió en una estrella incluso más brillante que nuestro Sol. No.
Escribo esto porque estoy leyendo muchas paridas. Lo típico, es "qué malos somos los humanos", o "vaya desgracia". Mi última entrada habla sobre la operación Gomorra, una sesión de MESES de bombardeo brutal cometido contra la ciudad. El primer objetivo del bombardeo se marcó encima de una iglesia, en el centro de Hamburgo, pero se bombardeó a placer. Y hablamos de civiles, igual que los había en Hiroshima o Nagasaki. Dresde también es un buen ejemplo de ciudad destruida en tiempo de guerra.
Pero claro, los alemanes eran los malos, los japoneses no, ¿verdad? Pobres japoneses. ¿Sabíais que un 10% de los muertos por las bombas, eran coreanos? ¿Sabíais además, que esos coreanos habían sido llevados allí para hacer trabajos forzados?

¿Sabíais, maldita sea, que un puto diplomático nazi sintió tanto horror ante lo que los japoneses hacían a los chinos, que no pudo hacer otra cosa que procurarles asilo a los que pudiera, colocando una gran esvástica en su casa para que los japoneses no atacaran? Muchos chinos aún recuerdan a John Rabe y su papel en su salvación ante la represión japonesa, que fue más cruel incluso que la alemana en sus respectivos territorios. John Rabe no era un alemán patriota, cómo tantos otros. No era alguien que se unió al partido por necesidad, como otros. Estaba convencido y admiraba a Hitler desde hacía mucho. Fue líder del partido en Nankin y nunca dejó de predicar lo suyo.

Si hoy ando con este tono, es por lo que hay. Me apiado de las víctimas de todas las guerras, siempre. Pero nunca dejaré de recordar, que fue Japón, en bloque, el que entró en guerra. Fueron los japoneses, los que gritaban contra otros pueblos, para encontrar su propio "espacio vital". Fueron los japoneses, al fin y al cabo, los que ya hacía años que habían invadido China y se dedicaban a saquear y a asesinar a los chinos. Tratándolos cómo a animales.

Sus víctimas eran las que vitoreaban. Las víctimas de Nagasaki construían torpedos (de allí, si no recuerdo mal, salieron los torpedos con aletas estabilizadoras diseñados durante la paz para un fin muy concreto). Las víctimas japonesas en los bombardeos (nucleares en este caso) sonreían ante la guerra con China y alababan a sus soldados y lo mismo durante la Segunda.
Es muy fácil pensar en civiles desde la barrera y con 70 años de por medio. En aquella época, los países entraban en guerra como una unidad. Los civiles ingleses, alemanes, franceses (estos más, si cabe que sus militares), italianos, estadounidenses, griegos, japoneses, chinos, australianos, holandeses, noruegos, daneses y civiles de todas las naciones hacían lo que tenían que hacer para el esfuerzo bélico. Estados Unidos no ganó la guerra sólo con sus soldados, fueron sus fábricas. Alemania no se sostuvo con soldados blandiendo armas de mentira, no, se sostuvo porque sus fábricas, llenas de civiles y esclavos forzados producían material que de una forma u otra acabaría cómo esfuerzo de guerra.

No hay ciudad "libre" de dicho esfuerzo. Si no produce armas o bombas, producirá lo necesario para fabricarlas y si no, serán alimentos o cualquier cosa. Si eso ya ha quedado claro, ahora viene lo peliagudo.
No se trataba de destruir esfuerzo de guerra, o bloquearlo. Más bien fue un terrible cálculo. Un cálculo basado en las pérdidas y la resistencia japonesa en cada una de las islas, que se había estimado que se multiplicaría al desembarcar en Japón. De nuevo con el tiempo y el conocimiento de por medio, se puede criticar fácilmente, pero en aquella época, se ponderaban pros y contras con cuidado. Estados Unidos hizo lo que hizo para ir sobre seguro. No querían la rendición condicional de Japón. No habría dicha rendición para el que comenzara la guerra con ellos con tanta bajeza (el almirante Yamamoto lo había advertido antes de diseñar el ataque a Pearl Harbor). No habría sino una rendición incondicional, pues era Estados Unidos el que disponía del poder para destruír Japón si así lo deseaba.
Pero Estados Unidos no quería perder más hombres en un esfuerzo de destrucción. Es más, dudo que quisieran realmente la destrucción japonesa. Así que hicieron cálculos que avergonzarían a muchos y decidieron rendir Japón con el mínimo de vidas de su bando (los marines en la guerra del Pacífico habían sufrido muchísimo). Destruirían dos ciudades si era necesario para asegurar la rendición japonesa sin condiciones de ninguna clase y además le mostrarían al resto del mundo lo que eran capaces de hacer y que no dudaban en hacer.

El ser humano es único en el planeta en muchos aspectos. Unos más saludables que otros, pero no por ellos dejan de ser nuestros. Durante toda la guerra, se tomaron decisiones incluso más terribles, algunas olvidadas, otras no. Os pido que juzguéis lo ocurrido con imparcialidad y sin perder de vista la época. Hace 70 años no existían los derechos humanos. La Segunda Guerra Mundial, por lo ocurrido en todo el mundo (no sólo en Europa), se empezaron a sentar unas bases para la Humanidad. Daos cuenta de lo cruenta que fuera la guerra, que hizo que el ser Humano fuera consciente de su propia crueldad después dos millones de años.

Imaginadlo.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Gomorra.

Apenas un simple atisbo de lo que fué en realidad, pero espero que sea efectivo. Estoy intentando mejorar la calidad de mis descripciones, precisamente para escenas de este tipo y de otra índole. Que de paso me servirá para cierto fanfic dónde aparecen barcos y una pirata del Caribe.

No había palabras para describir aquello. Los edificios ardían en llamas y estallaban ante sus ojos. En la noche, iluminada por los focos y las defensas antiaéreas se adivinaban los aviones enemigos recortándose contra el cielo claro, por la Luna.

Hans podía ver cómo grandes incendios empezaban entre las explosiones, cómo casas enteras ardían en cuestión de minutos, dejándolo completamente indefenso. No podía gritar, ni llorar siquiera, de lo sobrecogido que estaba anque aquél terrorífico despliegue de fuerza bruta.
Escuchaba gritos, explosiones, lloros y espantosos aullidos en plena noche, que se comenzaba a tornar rojiza. A lo lejos, un incendio se convirtió en un tornado de fuego, que se desplazaba con rapidez en su dirección. Quiso chillar y corrió a cubierto, pero no encontró ningún lugar. El refugio más cercano, adecuado para los rigores de hacía uno o dos años, había explotado, matando a toda la gente de su interior casi en el acto. Hans vomitó al sentir el fuego cerca. Tenía mucho calor, no dejaba de sudar y sentía cómo se consumía su piel.

Espantado, se levantó entre las sábanas empapadas. A su lado, su mujer dormía plácidamente. No la había despertado, gracias a Dios. Ella también había sentido los horrores de la guerra, pero para ella terminó pronto. Se tocó el lado quemado, preguntándose cómo aquella belleza rubia había acabado con un tipo cómo él.

Sonrió al sentirla respirar. Se secó el sudor cómo pudo y se preparó para seguir durmiendo. Hacía mucho tiempo que no recordaba, las terribles noches de la Operación Gomorra.