martes, 14 de agosto de 2012

Duelo de Titanes (2).

¡Toñas y más toñas! Espero que lo disfrutéis. Estoy intentando describir un poco el entorno, como podréis observar. Espero que quede más claro.



Combatían sin hacer caso a los gritos asombrados de los técnicos. Algunos corrían, desalojando la pasarela colgante, que se conectaba con las paralelas con tramos perpendiculares. Bajo ellos, un pequeño vacío, el que dejaban las bahías de los motores auxiliares. Los sables entrechocaban rítmicos, esperando que el otro se apartara lo suficiente como para hendir carne o metal, pero los combatientes no dejaban de sentir el balanceo de la pasarela. Construida para permitir tan sólo el paso entre sectores de mantenimiento, cada vez se quejaba más ante el esfuerzo de ambos contendientes.
Vader luchaba con calma, defendiendo sin descomponerse en ningún momento, retrocediendo ante el embate de su rival, que era menos hábil, pero muy peligroso. Por la forma de moverse, no parecía estar tan acostumbrado como él a llevar la armadura siempre puesta, aunque no es que le restringiera demasiado el movimiento y si era una servoarmadura, se explicaba la extraordinaria fuerza con la que golpeaba. Lo que no le gustaba en absoluto era el desmedido balanceo de la pasarela, pues ya había dado de sí las uniones entre las perpendiculares. Ahora, una gran sección se movía de un lado a otro, fruto del peso y los movimientos de ambos.
Vílem reaccionó tarde. El desmedido traqueteo de la pasarela ya era patente, además de que hacía rato que notaba que se hundía bajo sus pies. Estaba ejerciendo demasiada presión. Los enganches no aguantarían en ese estado y mucho menos si seguía golpeando así el sable de su contendiente. Dejó de dar un golpe y respiró profundamente, esperando que el casco le proporcionara la medida justa de oxígeno. Podría acabar con todo aquello si jugaba bien sus cartas; aunque no le importaba morir en el intento, tampoco es que deseara únicamente la muerte, aunque no le quedara mucho por lo que vivir. Calculó bien lo que estaba a punto de hacer. Siempre había hecho caso a Jeriaebrek respecto a aquello, pero no tenía más opción. Y disponía del idiota en la manga.
–¡Creo que va siendo hora de poner fin a nuestra disputa, perro!
–Coincido completamente –exhaló Vader, entrecortada la frase por una respiración–, es hora de morir.
–¡Ciertamente!

Probó la flexibilidad de la pasarela sin disimulo, que se inclinaba como un trampolín. Tras tres impulsos, decidió jugársela. Saltó haciendo uso de toda su fuerza, descoyuntando el extremo de la pasarela, que cayó al vacío con gran estrépito. Aterrizó a varios metros detrás de Darth Vader, girándose inmediatamente con el sable encendido. Justo en ese momento, sonó una explosión amortiguada. Inmediatamente, el aire se llenó de sonidos similares.

–Maldito almirante apresurado... –dijo Vader, con resentimiento–. Es hora de que te mate, ha sido divertido.
–Oh, yo creo que no.
Hizo un movimiento y cortó varios cables de sujeción. Inmediatamente, la pasarela se estremeció.
–Maldito seas.
–Oh, calla, me sonrojas.
La plancha enrejada comenzó a desplomarse, justo cuando Vílem corría de espaldas, cortando cuántas sujeciones encontraba a su paso. El Sith no esperó y salió tras él, con un gruñido de furia. Antes de que pudiera seguir, le arrancó con la Fuerza el sable de las manos, antes de aplastarlo sin dejar de perseguirle con el suyo aún encendido. La pasarela entera estaba cayendo, sección tras sección tras ambos combatientes. El mercenario tropezó con una pieza suelta y cayó pesadamente sobre la estructura. Antes de darse la vuelta, Vader ya estaba encima de él, acosándole con el sable, pero le lanzó una patada que lo hizo encogerse de dolor. Aprovechó para tratar de arrebatarle el arma de las manos, pero el Sith adivinó su intención y le propinó un codazo que no dolió, pero que le hizo separarse de él. Volvió a abalanzarse y sólo consiguió que el sable se perdiera en la oscuridad más allá de la plancha, que no dejaba de ceder ante el maltrato.
Se miraron un segundo, antes de propinarse casi simultáneamente un puñetazo con toda la potencia que sacaron a sus respectivas prótesis.

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