miércoles, 24 de abril de 2013

Taffel ha muerto.

Esta vez toca explicación antes de que leáis. Soy jugador veterano de la campaña que narra mi buen amigo, el Narrador de Antagis. La campaña, pasado el verano, cumplirá nada más y nada menos que diez añazos y algo habrá que organizar. De momento, os traigo una carta, escrita por mi personaje, Vilem, para su amada; Emmariel. Es una pequeña reflexión que se hace el personaje causada por la muerte de uno de sus compañeros y amigos, que era uno de los miembros fundadores del grupo de aventureros. Espero no aburriros mucho:




Diecisiete de Siroco del ciclo solar cinco mil cuarenta y cuatro.

Amada Emmariel

Ha sido un día duro. Hoy contemplo uno de los crepúsculos más tristes desde hace ochanas. Estoy aún feliz por el nacimiento de Alana y por haber podido pasar un tiempo con vosotras, a pesar de lo breve que fue, pero hoy ha ocurrido una tragedia, que aún considerando nuestra profesión, nos ha cogido a todos por sorpresa. Trafeliguan, Taffel, el cábiro que aquel día apareció conmigo y juntos marchamos al Oeste, ha fallecido víctima de unos cíclopes, comandados por la pérfida Amaranta, dríada del valle del Roble Rojo, que se había trasladado hasta aquí con oscuras intenciones. Antes de que anocheciera hemos arreglado su cuerpo y Nali lo ha preservado para el viaje con una de sus runas. En Leze tenemos pensado entregarlo a la Casa de la Muerte, para que oficien un funeral y se lo lleven de vuelta a su tierra y dispongan de él según sus deseos.

No sólo su óbito me ha entristecido, sino que me ha hecho pensar en mi propia vida, en ti y en nuestra hija. Siempre digo que mis aventuras sólo son escalones hasta llegar a un objetivo final. Viajar y hacer alianzas, formarme un nombre que el gentío reconozca y ame, y conseguir dinero para poder poner en marcha la independencia de mi país. En otro tiempo había dudado de mi tarea, pero siempre pensando en lo fútil de mis intentos. Sin embargo, ahora no es eso lo que me preocupa y que hace que a intempestivas horas escriba esta carta desde el comedor del puesto comercial de Olgo. Es la posibilidad de perder mi vida lo que me asusta por primera vez, no por el trámite de morir, sino por no volver a veros.
Hace ya tiempo que tengo la sensación de ser un anciano, rodeado de jóvenes, a pesar de que algunos me superen bastante en edad y de que yo no soy un anciano en absoluto. Ahora me arrepiento de los últimos años, en los que han dominado los vicios, el trasiego de vinos y licores variados, de los excesos y la inactividad. Sin ir más lejos, el propio Olgo me ha servido una copa de vino con leche de cabra, para ayudarme a dormir, y me ha dejado la botella cerca por si quería rellenar la pequeña jarra. Hace casi un año que soy incapaz de beber nada y no negaré que me ha hecho bien, pero ni he reparado en este hecho hasta que me la he llevado a la boca y he notado que me quemaba los labios. Doy gracias por  semejante «maldición», pues si no, temo que podría haberme dado de nuevo, sin límite, a la bebida.
El pobre Taffel. Sabemos quién era, pero ahora me doy cuenta de que no lo conocíamos tan bien. Hablábamos mucho, sí, pero no nos contaba nada de su vida. No sabíamos de él más que lo poco que nos dijo y lo que con nosotros lograba. Era alegre, algo soberbio y codicioso, pero nunca contó sobre su familia, o amigos. Aunque tampoco pregunté y ahora me arrepiento, pues siento que he perdido un gran amigo a pesar de todo. He abierto su testamento, pero no es demasiado esclarecedor. Así que me temo que símplemente puedo llevar a cabo sus últimos deseos. Se me hace extraño no escuchar su respiración ruidosa, extraordinaria para alguien de su tamaño, en la alcoba aledaña, o saber que al despuntar el alba no escucharemos una de sus chanzas, o su risa, contagiosa a más no poder.
Esta sensación me recuerda demasiado a tiempos menos agradables de recordar, en los que perdí a amigos o familiares. Otros compañeros han muerto y siempre es motivo de tristeza. Lenara, Thain, Ulnar... En su momento el fallecimiento de Maximilian me sumió en un estado semejante, aunque no lo conocía tanto como al cábiro. Pero fue un gran amigo y su muerte me apena incluso más por el hecho de que ni siquiera debía combatir y aún así, recibió una flecha de la que no se pudo recuperar. Sigoculpandomee por aquello, a pesar de haberlo rescatado yo mismo de las fauces de una muerte segura y horrible. Pero siempre pienso que debería haberle hecho marchar, a vivir su vida y no a seguir la mía. Evidentemente, la aparente muerte de Qunisp, o de Faran, me apenaron; especialmente la de este último, pero siempre encuentra, por suerte, la forma de volver. Ha sido tal vez las circunstancias de la muerte de Taffel lo que me ha hecho pensar. No ha sido en una gran batalla cómo Qunisp, no ha sido producto de una traición cómo mi querido Feredil, que Mekagraon lo tenga en su seno. Ni siquiera ha sido porque le viniera demasiado grande, como a Maxi. Ha sido en el Plano Umbrío, en un combate que en parte por mi imprevisión se nos había ido de las manos. Fuí lento al pedir favores que no me gusta pedir y que tal vez le habrían salvado la vida. No lo sé. Aunque Amaranta a la larga podría haber hecho daño, Taffel murió porque en un momento dado decidí que era mejor ceder, en lugar de hacer lo acostumbrado. Si hubiéramos acabado con ella, él y mucha otra gente seguirían con vida y esta carta sería distinta. En todo caso, Vaire me ha contado que se batió como un valiente, a pesar de la superioridad de los enemigos y que no cejó hasta que lo mataron, dándonos al resto un tiempo muy valioso para poder enfrentarnos a nuestros respectivos enemigos. Aún así, no nos dió tiempo a anclar su espíritu para reparar su cuerpo, cómo hiciéramos ya antes.

No sé qué más escribir, amor mío. He acabado desviandome de la dirección que me propuse con la carta y al final te habré preocupado. Necesitaba tal vez escribir un desahogo y también necesito de ti y de la pequeña Alana. Dale un beso y un abrazo de mi parte. Es muy posible que cuando terminemos con esta aventura, viaje a Antagis para veros.

Un beso, mi amor.
Vïlem Rendarn.


Técnicamente, en la campaña no ha pasado ni por asomo tanto tiempo, pero al volver a casa después de la partida en la que nuestro mago perdió la vida, sentí necesidad de escribir algo, como homenaje. Hoy, lo cuelgo, para que lo leáis si queréis.
¡Un saludillo!
Carta a Emmariel (versión guay).


domingo, 21 de abril de 2013

3 años en Subcultura y un cambio en la publicación.

Hoy hace tres años ya que doy vueltas por Subcultura. Fui siguiendo EATATAU!!! y acabé por pasar de un anónimo y silencioso lector a un registrado y silencioso lector. Unos cuantos días después decidí comenzar a publicar mis relatos también por aquí, al ver que en la portada se mostraban las últimas actualizaciones no sólo de cómics y comentarios, sino también de los weblogs.
Desde entonces he conocido virtualmente a parte de la comunidad e incluso personalmente. También mi número de lectores ha aumentado muchísimo y yo mismo comento antes que mis primeros y tímidios días rondado por Subcultura. Así que en general, he de decir que mi paso por la comunidad, está siendo excelente. Es una página en la que no concibo meterme pocas veces al día.
No voy a comentar todos los proyectos que llevo abiertos y que por unas o por otras no he completado/continuado. Lo que si que voy a hacer es un pequeño anuncio, que ha de afectar y mucho a varios de esos proyectos.
Hace más de un mes que nada publico. Ni relato, ni artículo de opinión ni queja ni pataleta ni nada. Se me han acumulado ciertas cosas y muchas ganas de escribir nada del blog no tenía, así que símplemente, no las he escrito (de hecho, hasta de comentar estoy desaparecido).
A partir de ahora, excepto los relatos cortos y los artículitos, que evidentemente es cosa de un rato de escritura, el resto de series las escribiré en capítulos. No me pegaré para continuar una determinada y poder subir una entrega recién terminada, no. Completaré un capítulo entero y lo iré publicando poco a poco, para darme tiempo a escribir otras cosas. Entre medias, esperaos cualquier relato corto o similar que se me ocurra.

En fin, muchas gracias a Subcultura por estos tres añazos. Tanto cómic ha conseguido hacerme olvidar algunas cosas, lo cual, es de agradecer.