sábado, 19 de octubre de 2013

¡No pares! ¡No mires atras! ¡Sigue corriendo! 3 (I)

Star Wars Galaxies. Parte del Fanfic original que podréis leer entero y sin cortes cuando termine de revisar las 30 primeras páginas y termine las últimas 50 (de la primera parte):



Corría de nuevo. La sensación de persecución no era nueva, pero aquél oscuro escenario sí. Apenas veía unas ligeras formas, iluminadas por una luz tenue y grisácea que no llegaba a alumbrar del todo. Esquivó lo que consideró eran rocas y mantuvo la velocidad, respirando rítmicamente. Sabía que los varghals corrían tras él, al acecho de su carne, pero no había sido capaz de ver a ninguno en la oscuridad. Los oía gruñir, sentía el calor de su fétido aliento de depredador en la nuca, a pesar de la armadura de combate, que se le hacía más pesada y complicada de mover, aunque no le costaba en exceso. De los desagradables depredadores, recordaba las dos ocasiones que los había visto. Una fue durante una terrible exhibición en una arena de gladiadores, más allá del círculo exterior, mientras se adiestraba cómo soldado de fortuna. Quiso no volverlos a ver jamás en su vida, pero varios años más tarde, durante la represión de un levantamiento en el espacio hapano, los revolucionarios habían liberado a las bestias del zoo, entre las que se encontraban un buen número vargas, que estaban siendo criados para mandarlos a otros recintos. Todavía podía sentir el miedo nocturno en la trinchera, pues a pesar de los sensores y vigías, todas las noches desaparecía alguien, o directamente lo arrastraban fuera de nuestro alcance y comenzaban a devorarlo mientras manoteaba impotente. Aquellos depredadores de gran inteligencia eran silenciosos, tenaces y muy crueles con sus presas, especialmente las especies inteligentes. El miedo era un arma para ellos tan natural cómo sus dientes y afiladas garras.
Tropezó con algo que no pudo ver y no pudo evitar caer, con todo el vello en punta. Le era imposible controlarse, a pesar de la instrucción de años para evitar caer en el temor, o en el odio. Aquellos animales conseguían lo que pocas situaciones o personas habían podido; provocarle un terror más allá de la lógica común.
Se levantó, tratando de dominarse y echando un vistazo a su alrededor. Nada. La oscuridad. Ni siquiera escuchaba el característico chasquear que producían aquellas bestias al cazar abiertamente sin sigilos. Al continuar con su carrera tuvo que frenar en seco, pues ante él se abría otro abismo. Uno sin fondo, del que no veía otra cosa que la negrura.
–Esto ya es pasarse –se lamentó.
Tragó saliva. ¿Varghals o abismo insondable? No retuvo la pregunta demasiado tiempo, pues cómo por arte de magia, a cierta distancia de él, en mitad de lo que aparentemente era caída libre, unas luces sin fuente reconocible tomaban fuerza e iluminaban una pequeña plataforma unida por un puente a algo que no podía ver. Buscó posibles agarres, algún sitio donde pudiera enganchar el garfio y usar la cuerda de escalada para balancearse, pero no pudo detectar nada. Era su armadura, desconocida, pero que parecía saber usar en su totalidad, la que le daba la solución.
–Muy bien, sólo está un par de cientos de metros por debajo –trataba de tranquilizarse pensando en voz alta–. Pero no recordaba tener repulsores en la armadura.
Tras dos pasos atrás, suspiró fuerte. De pronto, la amenaza que hasta entonces no se había dejado sentir más allá que por pequeñas suposiciones, chasqueó las mandíbulas. Pequeños ojillos rojos lo miraban directamente. Un depredador intangible mordió su brazo derecho y parecía que se lo hubiera arrancado, pero continuaba allí y del varghal, ni rastro. De pronto le costaba muchísimo respirar y estaba mareado. Supuso que era el dolor, así que aprovechando que su juicio se nublaba por momentos, corrió hacia el borde del abismo y dio un gran salto.




Siguiendo un poco la idea de las dos anteriores entregas con este nombre, retorno al fanfic de star wars galaxies del que salen Ilvael, Nomaie y el Emancipador. De nuevo, recordad que mi apodo es el que uso en los juegos y este personaje no era una excepción.

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